miércoles, 19 de septiembre de 2007

Luis Cortés Bargalló

Julian Herbert

1 comentario:

omar dijo...

Luis cortez bargalló


Guadalupe rivamar

Esto del arte conceptual, lo he tomado con tantas reservas. La mayoría de las veces me siento víctima de un fraude, sin embargo también entre estas expresiones, hay las que me impactan, las que me invitan a ver la vida desde una nueva perspectiva. La obra o la idea, es menester que me diga algo, que me hable, no importa si es un grito, o un murmullo suave al oído.
Hoy fui sorprendida de la mejor manera: con una invitación a escribir, a participar en un proyecto colectivo de correspondencia. Seguro habrá quien responda con una línea, mas advierto que ese, no será mi caso.
Llego a casa, en medio de un ajetreo doméstico, cargada de bolsas de mandado, urgida de un Redbull, contra-reloj para recoger hijos de la escuela y encuentro un sobre que el cartero –especie en peligro de extinción- dejo por debajo de la puerta. Un sobre que extrañamente, no es ni requerimiento de Hacienda, ni invitación a una exposición , o recibos de servicio como luz, gas, teléfono, etc. Es un sobre de Omar Pimienta que abro y me halaga con un breve poema de Luis Cortés Bargalló. Recuerdo entonces a un Luis que hace años no he visto, y que una vez me dijo, cuando le pedí permiso para reproducir alguno de sus versos, que las palabras, no eran propiedad de nadie.
Rectifico, este poema de Luis sí viene en una invitación, pero a un evento que sucedió hace muchos años, entonces me siento confundida como en una de esos capítulos de la serie televisiva Dimensión desconocida. Empiezo a entenderlo todo cuando leo la carta de Omar que inicia con una breve biografía de su vida y su relación con los libros, y termina con una invitación a participar en este proyecto LIBRERÍA, en el marco celebratorio del XXV aniversario de Cecut. Entonces en definitiva, hago una inusual pausa en mi día, y me queda claro que solo el arte puede sacudirnos y llevarnos a escenarios inauditos.
Podríamos pensar de momento que nos aleja de la realidad, pero concluyo lo que ya sabía y a veces olvido, que el arte me acerca a los espacios olvidados del alma, a la palabra, a un amigo, a una emoción, a redimensionar incluso, el paso del tiempo, pues siento que en un instante los tiempos se agolpan. Pasado y presente, se tocan, se cruzan...
y es una punta de alfiler la vida...
Una certeza me queda con esta experiencia: no todo esta perdido en los afanes de la comunicación humana o en el arte conceptual y entonces escribo y me hace bien escribir, y agradezco a Omar y a Luis y celebro, también, con estas líneas, todos los años vivos de nuestro Centro Cultural.